El Papa autorizó al dicasterio a promulgar el decreto de reconocimiento de las virtudes heroicas de la religiosa peruana Teresa de la Cruz Candamo Álvarez Calderón, fundadora de la Congregación de las Canonesas de la Cruz e hija de don Manuel Candamo, que fue Presidente de la República. El reconocimiento de las virtudes heroicas de la madre Teresa de la Cruz es el primer paso en las causas de los santos, pues primero requiere que se le reconozca venerable sierva de Dios, beata y finalmente santa.
Cuando una persona fallecida es declarada Venerable Siervo de Dios se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica.
Para el siguiente paso, ser beatificado, debe probarse un milagro producido tras su muerte y debido a su intercesión. El último escalón, para ser canonizado y declarad santo, debe probarse un segundo milagro ocurrido después de ser proclamado beato.
Para que un milagro sea válido, éste debe ser certificado por autoridades médicas, cuando se trata de una curación milagrosa, la cual debe ser instantánea. En otros casos pueden intervenir diversos testigos, lo cual forma parte del expediente que primero es revisado por la diócesis respectiva.
Los restos de Madre Teresa de la Cruz se encuentran en el Oratorio de Santa Teresita, ubicado en José Díaz 421 al costado del Estadio Nacional, donde pueden ser visitados.
Cuando una persona fallecida es declarada Venerable Siervo de Dios se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica.
Para el siguiente paso, ser beatificado, debe probarse un milagro producido tras su muerte y debido a su intercesión. El último escalón, para ser canonizado y declarad santo, debe probarse un segundo milagro ocurrido después de ser proclamado beato.
Para que un milagro sea válido, éste debe ser certificado por autoridades médicas, cuando se trata de una curación milagrosa, la cual debe ser instantánea. En otros casos pueden intervenir diversos testigos, lo cual forma parte del expediente que primero es revisado por la diócesis respectiva.
Los restos de Madre Teresa de la Cruz se encuentran en el Oratorio de Santa Teresita, ubicado en José Díaz 421 al costado del Estadio Nacional, donde pueden ser visitados.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado, es decir, reconocido santo, es necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después de ser proclamado beato.
Biografía de la madre Teresa de la Cruz Candamo
TERESA DE LA CRUZ, nace en la ciudad de Lima - Perú, el 19 de agosto de 1875. Fueron sus padres don Manuel Candamo y doña Teresa Alvarez-Calderón de Candamo, quienes le brindaron un ambiente propicio para la educación de los valores, en la cultura y la vida cristiana.
Fue educada en el Colegio del Sagrado Corazón, donde su buena conducta y aprovechamiento en los estudios, fueron premiados con la Cruz de la Sabiduría.
Desde pequeña mostró un carácter bondadoso y compasivo; abnegado, sencillo, optimista y alegre.
Su gran amor a la virgen María hace que se consagre a Ella y presida la Asociación de las "hijas de María".
En los años 1905 y 1906, en un viaje a Europa con su familia, recibe gracias especiales del señor. Despertándose en ella un gran deseo de servir a la iglesia.
Después de 12 años de espera, logra la fundación de la Congregación CANONESAS DE LA CRUZ, en lima el 14 de setiembre de 1931, funda también la Asociación de la Cruz.
Desde pequeña mostró un carácter bondadoso y compasivo; abnegado, sencillo, optimista y alegre.
Su gran amor a la virgen María hace que se consagre a Ella y presida la Asociación de las "hijas de María".
En los años 1905 y 1906, en un viaje a Europa con su familia, recibe gracias especiales del señor. Despertándose en ella un gran deseo de servir a la iglesia.
Después de 12 años de espera, logra la fundación de la Congregación CANONESAS DE LA CRUZ, en lima el 14 de setiembre de 1931, funda también la Asociación de la Cruz.
Practicó en grado heroico la fe, la esperanza y la caridad.
Sobresalió su espíritu de obediencia y fidelidad a la iglesia, su amor a los pobres y su dedicación total al apostolado de la catequesis y de la Liturgia, en las parroquias.
Entregó su alma a Dios, en Lima, el 24 de agosto de 1953, siendo sus últimas palabras expresión de una ofrenda generosa "por las almas, por mi congregación, por los Párrocos del Perú y de todo el mundo".
